Que cuando somos pequeños solo pedimos estar
con los amigos, jugar a ser grandes y luego, cuando ya somos grandes, ya no
queremos serlo, no queremos tomar las decisiones que antes nunca habíamos
pensado, no nos gusta comernos la cabeza, pensar en si nos quiere o no. Cuando
somos pequeños no pensamos en enamorarnos, al contrario, pensamos que eso es
una gran tontería. Qué inocentes, ¿verdad? Y que la vida sigue, que las
amistades se rompen y se vuelven a hacer, que hay nueva gente, gente que nunca
creías conocer, y a la que desearias haber conocido antes.